
Dale preferencia a lo mejor, lo más fresco y refinado. No lleves cucharada tras cucharada a la boca convirtiendo la comida o la cena en una toma de combustible para el organismo.
Debes darte cuenta de cuáles son los platillos grasos y nutritivos, entender que no podrás estar en forma si comes dos veces al día panecillos dulces. Pero tampoco se trata de prohibirte algo.
Debes sentir la diferencia entre el deseo de consentirte con algo y abusar de tus deseos. Si quieres estar en forma, no comas pastelillos, queso y pan en el mismo día.
Acostúmbrate a la idea de que «cualquier exceso» no es para ti. Una rebanada de pastel demasiado dulce o grasoso se puede sustituir con una tartaleta de crema ligera y frutas; lo mismo con los platillos demasiado salados o sobrefrito.
Acostúmbrate a pasar más tiempo al aire libre. Puedes dar una caminata, escalar montañas, jugar tenis, correr en los parques, etc.