Diseñada por el japonés Shogo Fukushima, esta silla cuenta con unos sensores en los apoyabrazos que se conectan al cuerpo para aplicar pequeñas descargas eléctricas que no se sienten, pero que hacen que se ericen los pelos ante determinados estímulos.
Luego de varias pruebas, se comprobó que el cuerpo emite "señales" ante imágenes que dan miedo, o escenas sorpresivas. Estas señales son captadas por los sensores de la silla y a través de placas instaladas en los apoyabrazos, emiten una señal que hace que se ericen los pelitos de los brazos y espalda. Esta interacción hace que quienes están sentados en esa silla disfruten, de una manera novedosa, la película en cuestión.
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