Una de ellas es The Destruction Company, un exclusivo club privado de New Jersey, EE.UU. que permite a sus ricos miembros destruir lo que se les ocurra. La "Compañía" funciona en una galpón secreto al que sólo tiene acceso un selecto grupo de ciudadanos adinerados y donde, pueden desquitar su furia con los objetos que más les desagradan, desde computadoras y pantallas de LCD hasta automóviles y pianos.
Pero como todo club, hay reglas: no se admiten armas de fuego y no se les permite a los miembros consumir alcohol ni drogas el mismo día de su "pelea" con el objeto a destruir. En cambio sí pueden utilizar martillos, masas, hachas, bates o sus propias manos.
Mientras algunos consideran al Club como una ostentación y desperdicio de dinero, los administradores dicen que es una mejor manera de gastar unos billetes que derrocharlos en bares nocturnos. Y aclaran que The Destruction Company no es una organización que promueva la violencia, sino una experiencia liberadora de los objetos de los que somos esclavos.