Por fin la guerra de almohadas obtuvo el status deportivo que siempre mereció. La falta de reconocimiento internacional a esta disciplina casi tan vieja como la civilización misma quizá se deba la ausencia de reglas claras que garanticen una contienda justa. Quizá al hecho de que los ambientalistas objetan el desplume de aves acuáticas. O quizá, simplemente, al hecho de que es una redonda pelotudez.
Ocho mujeres con atléticos atavios se subieron al ring de la Pillow Fight World Cup y vistieron de gala al club Varsovia del barrio de Brooklyn. "Es menos brutal que el boxeo pero igual necesitas cierta técnica. Es un deporte divertido. No me gustaría pegarle un puñetazo en la cara a alguien y de este modo igual puedes deshacerte de tu agresión", relató la austríaca Maylin Kretzschmar, de 26 años.
Las entradas se agotaron (¿!) así que ya están planeando una nueva edición. Los que quieran ir entrenando pueden copiar algunas técnicas de este video de dos auténticas campeonas.
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