No es extraño que la habitación de un adolescente dé la impresión de haber recibido una bomba. Y ésta no era la excepción: ropa, juegos, libros, y todo tipo de artículos revueltos en un caos incomprensible. Lo verdaderamente inusual fue que en este caso, en Australia, la metáfora por poco se hace realidad. El padre horrorizado, que halló una granada de mano cuando ponía un poco de orden en el cuarto de su hijo de 16 años, inmediatamente llamó a los servicios de emergencia.
Según se supo luego, el adolescente explicó que la presencia del artefacto explosivo en la casa no era reciente: lo había tenido como recuerdo por más de un año. Interrogado por la policía el joven relató que lo encontró en un paseo por las playas de Normandía en Francia.
En un acto de extrema inconsciencia, el adolescente decidió llevar el “souvenir” a su casa sin comentárselo a sus padres.
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