Gail Posner, hija del empresario Victor Posner, murió a los 67 años pero sus perros siguen disfrutando de collares de 15.000 dólares y tratamientos de belleza. Conchita, la chihuahua, junto con otros dos perros llamados María y Lucía heredaron la inmensa fortuna de la mujer y disfrutan una vida de desproporcionado lujo.
El único que puede ponerse en el camino de la vida loca de los tres animales es Bret Carr, hijo de la señora, quien reclama la totalidad de la fortuna para él. Según dice, su madre sufrió un lavado de cerebro llevado a cabo por el servicio doméstico. En su opinión la llenaron de analgésicos y calmantes para inducirla a tan extraño testamento.
De hecho, Elizabeth Beckfor, el ama de llaves de Gail recibió 5 millones de dólares para cuidar del bienestar de los animales. Entre los regalos que la difunta le hacía a sus perros se cuenta un collar de diamantes (que Conchita rechazó porque no le gustaba) y pelucas creadas por un ex vestuarista de los Beatles.
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