Un estudiante universitario ganó el derecho de asistir a clases a pesar de que compañeros y profesores no lo dejaban entrar por su insoportable olor a pata.
Teunis Tenbrook, estudiante de filosofía de la Universidad Erasmo en Rotterdam, llevó adelante una batalla legal de diez años que le ganó el derecho de asistir a clases. Según la corte, tener pies pestilentes no es una razón válida para prohibirle los estudios.
Para los compañeros y profesores es imposible estudiar con la peste que emana de sus patas. El juez consideró en cambio que "profesores y otros estudiantes deberán taparse la nariz y tolerarlo".
Tenbrook explicó que al no poder atender a clases decidió estudiar por su cuenta en la soberbia biblioteca de esa universidad holandesa.
"¡Y entonces también me echaron de la biblioteca!", remató.
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