Una ex bailarina exótica bailó una danza religiosa delante de cardenales y obispos. Con la ropa puesta, por supuesto.
"Estaba desperdiciando mi vida bailando para hombres en los clubes. La noche desbordaba alcohol y sexo. Era una vida vacía pero a mí me gustaba porque era el centro de atención. Ahora mi vida ha sido cambiada. Bailo para Dios y soy feliz. Toda mi coreografía está dedicada a Él. Intento rezar usando mi cuerpo", explicó.
Su próxima presentación será para el arzobispo Gianfranco Ravasi, director del Departamento Cultural del Vaticano en la Basílica de Jerusalén.