En Noruega un bebé fue bautizado con gaseosa de limón dado que el frío congeló el agua bendita.
El padre explicó que no hubo ninguna diferencia con una ceremonia normal. De hecho la bebida ya no tenía gas y lo único que desentonó fue el aroma artificial a limón.
Así y todo el sacerdote se sintió obligado al final del rito a informarles a los padres lo sucedido.