Un señor entró a un negocio y compró dos bolsitas de M&M y un paquete de papafritas para sofrenar el bajón. Cuando llegó a la caja se encontró con que no había traído dinero consigo, así que le ofreció al empleado pagarle con marihuana.
La transacción, para desgracia del hambriento cliente, se interrumpió bruscamente ya que el hombre no había notado la presencia del patrullero que estaba estacionado en la puerta del lugar.
El aficionado a las golosinas y a las hierbas, de 28 años, de la localidad de North Island en Carterton se declaró culpable de posesión de cannabis y espera su sentencia. Y la espera se le hace inusualmente larga.
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