Con un fuerte y prolongado aplauso, una multitud de admiradores despidió a Sergio Gómez, el vocalista del grupo K-Paz de la Sierra, en el último de cinco homenajes de cuerpo presente que le rindieron en esta ciudad.
Al paso del féretro, la gente continuaba depositándole flores y derramando lágrimas, mientras el mariachi interpretaba «Las golondrinas» para dar el último adiós al cantante, asesinado el pasado 2 de diciembre.
Por segundo día la iglesia San Pío V, del vecindario mexicano de Pilsen, recibió la visita de miles de admiradores del cantante, muchos de ellos procedentes de ciudades y estados vecinos.
Antes de que se abrieran las puertas del recinto una multitud aguardaba paciente con su flor en mano, sin importar la llovizna helada que se presentó durante la mañana de este martes.
«Vengo a rezar un rosario por su descanso. Era un maravilloso cantante que mi familia escucha mucho», dijo Amelia Escobar, quien llegó desde Wisconsin con sus tres hijas.
Hoy el ataúd se colocó más al frente del altar, en una zona acordonada donde se ubicó a la familia, así como a invitados especiales, todos ellos procedentes de otras bandas gruperas.
El padre Brendan Curran ofició la misa y posteriormente pidió a las personas que así lo quisieran subir al altar a dedicar unas palabras de despedida.
El primero fue Javier Rivera, representante del grupo K-Paz de la Sierra, quien agradeció la presencia tan numerosa de admiradores en ese sitio.
Después, el vocalista del grupo Montéz de Durango, José Luis Terrazas, tomó el micrófono y dijo que la muerte del cantante debe servir para unir más a los grupos musicales del mismo género y a la comunidad mexicana.
El último orador fue el locutor de radio Rafael Pulido, «El Pistolero», quien destacó que Sergio logró cumplir su sueño de dejar huella en la música duranguense, «que ahora se está llevando al cielo».
Los integrantes del grupo K-Paz interpretaron un popurrí de sus mejores canciones, y la cantante Diana Reyes le dedicó «Amor eterno», del cantautor mexicano Juan Gabriel.
Antes de que amigos y familiares sacaran de la iglesia el féretro, el padre Curran pidió a los presentes extender su mano derecha en oración para hacer una última encomienda a Dios por su descanso eterno.
El camino hacia la puerta de entrada fue lento debido a las aglomeraciones de personas que deseaban depositar una última flor en el ataúd, en tanto, la carroza fúnebre también tuvo problemas para avanzar debido a las multitudes que pararon el tráfico.
Los restos de Sergio fueron trasladados a la ciudad de Indianápolis, Indiana, donde este miércoles serán sepultados durante un acto privado.
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