David Leggat, un profesor retirado de 55 años, entró al baño del club de bowling en Aberdeen, cerró la puerta y escuchó cómo el picaporte golpeaba contra el suelo.
A partir de ese momento, comenzó su calvario. Encerrado en el baño, sin comida, calefacción ni un teléfono celular, debió soportar las bajas temperaturas del invierno escocés sumergiendo sus pies en agua caliente.
Al no contar con ningún alimento, sobrevivió bebiendo pequeños sorbos de agua, y tratando de dormir entre retretes y paredes frías.
Dado que el club sólo abre de jueves a domingos durante el invierno, sus desesperados gritos de ayuda no fueron escuchados por nadie.
El jueves por la mañana, el señor Leggat recobró la libertad cuando Cathy Scollay, la encargada de limpieza del local, escuchó su pedido de ayuda.
«Cuando abrimos la puerta, David estaba absolutamente pálido y no paraba de temblar. Aún así, se las arregló para ir caminando a su casa», comentó su libertadora.
«Nadie había salido a buscarlo. Si hubiese estado casado, su mujer seguramente se hubiera preguntado donde estaba, pero él es soltero», agregó.
Ya recuperado, David comentó: «Al menos pude usar el inodoro. Lo único que lamento es no haberme quedado atrapado detrás del bar».
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